La intemperie, el no-lugar del desamparo. Encontrarse ahí, sentirse expuesto en la fragilidad y la desesperanza que implica habitarla. Pero darse cuenta de que hay otras intemperies. Y otras personas que atraviesan las suyas. Darse cuenta de que la dignidad y la voz siempre estuvieron ahí y que recobrarlas en colectivo puede convertir la intemperie en acogida. Ojalá.